lunes, 19 de agosto de 2013

La Virgen del Rocío pone el broche de Oro a una noche mágica en el Rocío Chico.

Esta misma noche, la Virgen del Rocío de Almonte, ha puesto broche final al Bicentenario del Rocío Chico, con una procesión extraordinaria a la que han asistido miles de personas...

Esta sin duda era muy especial por como lo hacía, sin palio, con la ráfaga de pinchos, con el traje de los Duques de Montpensier, con flores de talco, como hace doscientos años en una procesión que ha tenido una duración de más de siete horas y media, sin caídas al suelo.


A las doce de la noche, se iniciaba un Rosario público de la misma forma que realizan en la noche de cada 19 de agosto por las calles aledañas de la Aldea, pero con un final que iba a quedar marcado para el rociero, histórico, único.



Nunca hay un horario previsto del salto a la reja, pero la Hermandad Matriz barajaba la posibilidad de hacerlo entre las dos y media y las tres de la mañana. La tensión y las ganas no se hicieron esperar, a la 1,08 h. los almonteños se lanzaron a portar a su Patrona, sin haber concluido aún el Rosario. Los hermanos esperaron a la llegada del Simpecado hasta el Santuario, haciendo que la Virgen cruzara el dintel de la puerta en torno a la una y media de la madrugada y enseñarla una vez más a los rocieros que aún no llenaban las planadas por la premura de haber sacado a la Virgen pero poco a poco irían llenando las calles de la Aldea.


Ahí comenzaba una procesión con el mismo itinerario de cómo si de un lunes de Pentecostés se tratara pero sin postrarse ante los Simpecados de todas las Hermandades filiales y con una gran masa de público congregada ante la Blanca Paloma.

No faltaron, los rezos, plegarias, sevillanas, cohetes, tamborileros y el repicar de las campanas en las casas particulares, en la Casa de Hermandades con la instalación de altares improvisados.

Huévar, Villamanrique, Umbrete, Pilas, Coria del Río, la Puebla del Río son algunos de los sitios por la que la Virgen transitó en una primera parte de la procesión lenta, llegando al Rocío de Triana pasadas las seis de la mañana.

Con los primeros rayos del sol, cruzaba la calle Las Carretas con celeridad como es costumbre y visitar la Hermandad de Moguer y la Matriz, instante en el que era iluminada por la luz del sol.

A las nueve menos cuarto de la mañana efectuaba la entrada de nuevo en la Ermita y ser de nuevo posada en el presbiterio del Altar Mayor pocos minutos después.

Así acaba el año del Bicentenario del Rocío Chico, el del año Jubilar enmarcado dentro del año de la Fe pero ya solo quedan poco más de nueve meses para volver a disfrutar de Ella en la calle.

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