jueves, 5 de septiembre de 2013

El nazareno que se durmió en la Catedral

Cada Madrugá, dos amigos que desde la juventud salían de nazarenos en el paso de Misterio del Señor de la Sentencia de la Macarena, tenían por costumbre quedar en la siempre necesaria visita a los servicios de la Catedral, para comentar las incidencias y como iba la estación penitencial.

Como cada año, uno de ellos llegó el primero, entró en el baño, echó un trago de agua a los búcaros que entonces allí había y se fumó tranquilamente un cigarro. Extrañándose de su tardanza, se salio fuera de la dependencia por si lo veía y observó que había una silla vacía algo recoleta próxima a una columna.

Como se encontraba cansado , pues se estaba recuperando de una gripe pasada, se sentó en su espera y comprobó como los músculos se le relajaban, le invadía un sopor que lo llevó a un profundo sueño .

-¡¡¡ Hermano...Hermano!!!... venga hombre despierte, empezó a oír, mientras notaba una mano que le zamarreaba el hombro.
Al abrir los ojos vio la sonriente mirada de un diputado con el antifaz puesto.-¿Que pasa, que pasa?.
-¿Se encuentra bien?. Venga hombre, levántese y reúnase con su hermandad- le decía mientras le ayuda a incorporarse y a colocarse el antifaz-.
El hombre algo turbano, contemplaba como continuaba entrado nazarenos de antifaz morado y el tráfico de entradas y salidas al servicio. Se explicó: -No mire es que estaba aquí sentado esperando a un amigo, y me he traspuesto un poco, he pegado una cabezá, pero bueno todavía no ha llegado el paso del Señor.

La sonrisa en los ojos del diputando aumentó : Cierto, no ha llegado todavía el paso del Señor de la Salud, de la Hermandad de los Gitanos. Buena cabezá ha pegado usted, más vale que se de prisa y se reúnase con su hermandad que debería de andar ya por la Encarnación .


Efectivamente mientras pasó la Macarena, El Calvario y la Esperanza de Triana, el protagonista de nuestra anécdota, se lo había pegado en los brazos de Morfeo, hasta que un diputado de la Hermandad de los Gitanos reparo en él, pensado que aquel hombre se encontraba indispuesto.

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